jueves, 3 de mayo de 2007

MUERTE DE JESÚS (Propuesta de un relato)


MUERTE DE JESÚS. (Propuesta de un relato).

En la atmósfera apesadumbrada se escucha el sonido que produce el golpe del clavo con el martillo, se escucha los llantos y las lamentaciones de las mujeres, se escucha palpitar el corazón de la tierra, se escucha el sollozar del cielo y la huida del viento; sin embargo aquellos ruidos no me deprimen, sólo me deprime un grito silencioso de desesperación y terror “¡Padre! ¿Por qué me has abandonado?”Lo que en un momento fue un grito a manera de pregunta se transformó en un reproche, ¡Dios mió porque me has abandonado!


La risa de los soldados ensordece mi alma pálida y flácida por el dolor de aquel que ha encomendado su espíritu a las manos de su padre ¡Padre: en tus manos encomiendo mi espíritu! Su sangre chorrea y se confunde con las gotas de lluvia que discurren a los ríos del alma. Quisiera beber de tu sangre, como alguna vez otros lo hicieron en la cena del jueves, y callar todos los llantos y blasfemias contra ti. Las horas transcurren pesadamente, pareciese que estamos en el infierno, pareciese que los roles se han invertido y que el paraíso ha caído y el infierno ha emergido. Parece de verdad que el infierno son los otros.

Ni Simón, ni romanos, ni judíos, ni los doce, menos judas, se han quedado a contemplar a su señor. Los trastes de las espadas se escuchan en la tierra y en el cielo. Ya no quedan más curaciones para las heridas de la tierra. Quisiera tener una escalera y subir a los maderos para sacar los clavos de tus manos siempre llenas de sangre. Los pájaros no quieren cantar; los ruiseñores no dejarán escapar de sus cuerdas vocales ese canto alegre y delicioso, ya no tienen motivo para cantar; jamás cantarán al Jesús de la cruz, al Jesús lleno de muerte; en sus recuerdos quedará el Jesús milagroso y lleno de vida que cruzó el mar.


¡Cómo se te va la vida señor!, mientras las gentes se van, mientras los soldados levantan los harapos ganados jugando la suerte de tu destino. ¡Padre perdónalos… porque ellos no saben lo que hacen! Mi mente retumba y me siento mediocre, limitado y mortal. Me siento con la necesidad de consolar a mi señor pero no puedo, lo único que puedo es reprochar e indignarme: ¡Dios mió porque lo has abandonado!


¿Hace cuanto tiempo comenzó este juego? juego del silencio y del secreto, juego del tormento y del sufrimiento. Este juego aún no termina y no terminará jamás Hoy nadie velará por ti, ninguno te acompañará. Si has de morir señor, muere rápido, sino yo mismo clavaré el último clavo en tu pecho. Este día no será olvidado en Jerusalén, este es el día de su condena, ¡señor muere de una vez, quiero ver tu muerte antes que tu dolor!


Tu carne se ha excoriado por los látigos y las puntas de las lanzas, tu pelo se ha teñido de rojo, tus ojos se han desviado y tu mirada se pierde en el vacío del absurdo. Tu alma se ha congelado por la baja temperatura del corazón de los hombres, tu hiel se ha esparcido en el tiempo y el espacio. El alma de la humanidad se ha petrificado en una tumba de mármol.


En Jerusalén se escucha cantos a Santán, ¡sangre!, cuerpo del señor reclama Satanás. ¡Para ti es este sacrificio lucifer! dicen las almas perdidas y todos aquellos que le cantan a la bestia. ¡Gloria por la sangre de Jesucristo a ti señor Lucifer! El cielo llora más fuerte, Dios está arrepentido pero ya no puede hacer nada; todo está consumado.


La bestia se ha reencarnado y todos sus súbditos le rinden pleitesías, ¡Gloria Satán por lo alto del infierno, del cielo y la tierra! La lujuria desencadenada de los hombres los convierte en bestias irracionales, fornicadores del cuerpo y el alma. Los templos del señor se caen a pedazos, los mantos de los pastores son quemados junto con ellos, los Ángeles son empalados y el cuerpo de mi pobre señor Jesús está siendo despedazado.


El coro de las tinieblas entona su más solemne oración:
“Gloria y salmos a Satanás en las profundidades del infierno, Satán eterno que estás en el infierno, maldito sea tú nombre, sumerja a nosotros tú reino, déjanos hacer nuestra propia voluntad, danos hoy la lujuria y el sexo, maldice a nuestros enemigos como nosotros los maldecimos, no nos dejes subir al cielo, líbranos de todo”.


He corrido grandes tramos por los campos llevando conmigo los pedazos del cuerpo de mi señor Jesucristo. Me detengo ante la presencia maravillosa de alguien que tenía en el olvido. Esta mujer llora desconsolada ante la pérdida de su hijo, la humanidad. Sus ojos están en el suelo, pues se ha quitado la vista con una espada romana, ya que no quiere ver el colapso de su hijo. Los gritos de María son desgarradores, agudos y eternos, sus ojos en el suelo siguen llorando, sus labios apenas se mueven y apenas logro escuchar su voz. Quien alguna vez crea que ha sufrido por amor, está totalmente equivocado, el sufrimiento de esta mujer es deprimente, esta mujer está agonizando, está desconsolada y perdida; se ha vuelto loca.


Quiero seguir corriendo y no mirar hacía atrás, la escena de dolor violenta cualquier escena dantesca. Mis pies están rajados, las espinas se han incrustado y ya no quiero seguir corriendo, pero el amor de mi señor me da las fuerzas necesarias para seguir. Sigo aferrado a mi pecho el cuerpo de mi señor, los pajarillos miran mi paso y con su melodía alientan mi alma cansada, los árboles me ofrecen su cuerpo para utilizarlo de soporte, las hojas se tienden sobre el suelo para no sufrir las puntas cortantes del suelo, las nubes me ofrecen sus gotas de lluvia para hidratar mi cuerpo, la luna me brinda su luz como linterna para poder iluminar mi camino, sólo los hombres dejaron de ser hombres.


He llegado al refugio de los doce llevando el cuerpo de mi señor, ellos no están, ya no estarán jamás, creo que nunca estuvieron. Con dolor, tristeza, decepción y rencor he visto a los doce confundidos en la masa de los seguidores de Satán, me cuesta reconocerlo pero lo tengo que aceptar; ellos son adoradores de lucifer. Pedro reniega de Jesús, no cumplió con su promesa, está diciendo; ¡maldito sea el nazareno! dicen los demás apóstoles. Santiago y los otros le traen una mujer que ha sido ultrajada por todos los doce. Santiago y los otros traen arrastrando a María Magdalena para ser ofrecida a su nuevo señor. María Magdalena está desnuda y llora por su tragedia y la tragedia de su señor. Los doce son redimidos por un abrazo infernal de Satanás, han atado a Magdalena al altar, otrora altar de iglesia, ahora altar de lujuria.


Mis carnes flácidas y perplejas ya no caminan más, mis muslos se han rendido y mi alma yo no tiene paz. Sangre, minuto de muerte, estacas clavadas en el cuerpo de mi señor: ¡el mal ha triunfado! La bestia tiene sexo en el altar de la iglesia, quiere procrear su especie, lo ha logrado, sus séquitos durarán por los siglos de los siglos. Adiós.









6 comentarios:

Ricardo Calderón Inca dijo...

DAVID ES INTERESANTE OBSERVAR EN TU RELATO ESTA DICOTOMÍA, LA CUAL CUALQUIERA PODRIA OBSERVARLA COMO UNA SIMPLE DIVERGENCIA, CREO QUE NO ES ASI, MAS BIEN ES UN CONVERGENCIA, PORQUE A LAS FINALES EN TI, EN MI, EN TODOS; EXISTE LA PERPLEJIDAD DEL BIEN Y DEL MAL. Y AFIRMO ESTO: "CADA HOMBRE ES UN INFIERNO PERO TAMBIEN UN PARAISO"

Gonzalo Del Rosario dijo...

Ala, ta que me dejaste sin aliento, recontra sádico, ta bacán. Al final de cuentas lo que dices es verdad.

Anónimo dijo...

HI querido amigo, en realidad no me gusto tu relato, por que el tema de jesus esta bien manoseado y no es que yo sea un crítico de aquellos, es más ni lo soy y no te voy a poner palabras dificiles para que los lean otras personas y diga puta madre cuanto sabes este tío, pero yo siento un morbo por los relatos urbanos y realistas magicos, eso no quiere decir que tu relato es malo, claro que falta corregir muchas cosas que tu sabras si lo vuelves a releer, pero en cierta parte la lectura puede atrapar a otras personas te confieso que a mi me atrapo no quiere decir que me guste el tema, pero no es malo.
podria seguir diciento muchas cosas más; pero sé que si lo relees sabrás que puedes arreglar.


Tu Brother Jorge

Jorge Atarama dijo...

No me gusta la forma de relacionar el sexo con la maldad, me parece que es buscar clientela religiosa basado en la culpa. Las descripciones de lo que quieres manifestar me parecen buenas aunque no comparta algunas cosas sobre el tema como ya lo he mencionado.

Anónimo dijo...

me gusto la descripción y las reflexiones de impotencia y desesperación, aunque me parece que en muchas partes, en tu afán de contar cosas crueles, exageras un poco y esa exageración es evidente. tienes que aprender a disimularlas o que parescan reales. por lo demás me gusto.
no creo necesariamente que el sexo este identificado con el mal, eso nos ha hecho creer la religión. espero que no creas eso

Gonzalo Del Rosario dijo...

¡¡¡Oe ya pe!!!, ¿pa cuándo publicas "Castillo de Arena"?