martes, 4 de diciembre de 2007

EL ESCRITOR

Los libros apilados en el escritorio, los cerillos que rebasan el cenicero, la copa de vino a medio tomar, las hojas escritas con tinta diáfana y el insomnio que no deja pensar. Martín se sintió satisfecho porque al fin pudo terminar de escribir la novela de su vida. Al fin pudo terminar con la palúdica tarea que lo gobernaba. Martín comenzó a revisar cada capítulo antes de mandarlo a la imprenta en donde hace cuatro meses lo estaban esperando. Mientras revisaba las páginas y el día salía del fuego para entrar en las brasas; Martín fue recuperándose de los cigarros y las copas de vino que aturdían su mente y que se conjugaban con el insomnio de no hacer nada. Al recuperar totalmente la visión y la lucidez se percató que durante cuatro meses no había escrito nada y que las hojas estaban en blanco. Lleno de angustia y desesperación, Martín comenzó a tomar y fumar, tomar y fumar, tomar y fumar, hasta que después de algunas horas pudo entregar la novela a la imprenta.

1 comentario:

Gonzalo Del Rosario dijo...

Oe on ta bacán tío!

ese es el futuro, cuentos cortos y directos al clítoris.

Sería bacán que con tragos se pudiera terminar una novela.

Pero sigo prefiriendo a Kany . . .