Cuando murió doña Norma, las personas murmuraban en el sepelio lo trágico de su muerte. Las palabras se referían a lo funesto y al ambiente patético del funeral. Los asistentes mostraban gran preocupación y dramatismo por la calidad de las flores, el adorno del ataúd, el olor del café y el sabor del aguadito con poca carne. Cuando uno de los presentes, con voz solemne y quejumbrosa, preguntó quienes serían los próximos en seguir los pasos de la difunta, los acompañantes se quedaron mudos y perplejos… no hablaron durante todo el entierro. Cada uno de los asistentes contempló consternado su rostro dentro del ataúd de doña Norma y vio sus nombres y apellidos escritos en la lápida.
miércoles, 5 de diciembre de 2007
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
3 comentarios:
sere yo?????
plosh
LO QUE SI SE ES QUE AÚN NO DESEO MORIR, QUIERO SER RECONOCIDO =)
Publicar un comentario